29.8.11

Las campanas del templo: Un joven recorrió miles de millas, decidido a escuchar...


LAS CAMPANAS DEL TEMPLO

El templo había estado sobre una isla, dos millas mar adentro. Tenía un millar de campanas. Grandes y pequeñas campanas, labradas por los mejores artesanos del mundo. Cuando soplaba el viento o arreciaba la tormenta, todas las campanas del templo repicaban al unísono, produciendo una sinfonía que arrebataba a cuantos la escuchaban.

Pero, al cabo de los siglos, la isla se había hundido en el mar y, con ella, el templo y sus campanas. Una antigua tradición afirmaba que las campanas seguían repicando sin cesar y que cualquiera que escuchara atentamente podría oírlas. Movido por esta tradición, un joven recorrió miles de millas, decidido a escuchar aquellas campanas. Estuvo sentado durante días en la orilla, frente al lugar en el que en otro tiempo se había alzado el templo, y escuchó, y escuchó con toda atención. Pero lo único que oía era el ruido de las olas al romper contra la orilla. Hizo todos los esfuerzos posibles por alejar de sí el ruido de las olas, al objeto de poder oír las campanas. Pero todo fue en vano; el ruido del mar parecía inundar el universo.

Persistió en su empeño durante semanas. Cuando le invadió el desaliento, tuvo ocasión de escuchar a los sabios de la aldea, que hablaban con unción de la leyenda de las campanas del templo y de quienes las habían oído y certificaban lo fundado de la leyenda. Su corazón ardía en llamas al escuchar aquellas palabras... para retornar al desaliento cuando, tras nuevas semanas de esfuerzo, no obtuvo ningún resultado. Por fin decidió desistir de su intento. Tal vez él no estaba destinado a ser uno de aquellos seres afortunados a quienes les era dado oír las campanas. O tal vez no fuera cierta la leyenda. Regresaría a su casa y reconocería su fracaso. Era su último día en el lugar y decidió acudir una última vez a su observatorio, par decir adiós al mar, al cielo, al viento y a los cocoteros. Se tendió en la arena, contemplando el cielo y escuchando el sonido del mar. Aquel día no opuso resistencia a dicho sonido, sino que, por el contrario, se entregó a él y descubrió que el bramido de las olas era un sonido realmente dulce y agradable. Pronto quedó tan absorto en aquel sonido que apenas era consciente de sí mismo. Tan profundo era el silencio que producía en su corazón...

¡Y en medio de aquel silencio lo oyó! El tañido de una campanilla, seguido por el de otra, y otra, y otra... Y en seguida todas y cada una de las mil campanas del templo repicaban en una gloriosa armonía, y su corazón se vio transportado de asombro y de alegría.

Anthony de Mello

28.8.11

Yo estoy CONTIGO... Jr 1,19


"La alegría del «conmigo» (Jesús como tesoro encontrado) es la condición de posibilidad de «venderlo todo» (estar dispuesto a pasar «trabajos»)" 
 Dolores Aleixander "Compañeros en el camino"

23.8.11

La promesa: « Has de ver cosas mayores» Jn1,50


Ya nada volverá a ser como antes

Hoy quiero ir a encontrar,
todo lo que hay dentro de mí.
Sacar toda esa sensibilidad,
que me acerque a Ti,
que me lleve allí.
Y a pesar de todo me pregunto
¿Qué no di?
Y al vivir me oculto
mis defectos para poder dormir...

Ya nada volverá a ser como antes,
nunca dejaré que nada me cambie,
estaremos conociendo nuestra parte original.
Ya nunca volverá a ser como antes,
nunca dejaré que nada me cambie,
estaremos conociendo nuestra parte de Verdad.

Tras una sombra gris,
que no me deja ver,
podré esperar que pase algo hoy,
con lo que tengo aquí,
y no quiere salir.

Y a pesar de todo me pregunto
¿Qué no di?
Y al vivir me oculto
mis defectos para poder dormir...

Ya nada volverá a ser como antes,
nunca dejaré que nada me cambie,
estaremos conociendo nuestra parte original.
Ya nunca volverá a ser como antes,
nunca dejaré que nada me cambie,
estaremos conociendo nuestra parte de Verdad.
Estaremos conociendo nuestra parte original

EL CANTO DEL LOCO

20.8.11

«Y vosotros ¿Quién decís que soy yo?» Mt 16,15

«Tú eres el Amor»

"La caridad es más que lo necesario para existir,
más que lo necesario para vivir,
más que lo necesario para actuar.
La caridad es nuestra vida haciéndose vida eterna.
Cuando olvidamos la caridad, olvidamos nuestra vida.
Un acto sin caridad es una muerte súbita,
un acto de caridad es la resurrección inmediata.
No puedes fabricar la caridad: la recibes.
La caridad imperfecta
es un don recibido de manera incompleta;
la caridad perfecta
es un don recibido de manera completa.
La caridad es tan gratuita como necesaria.
No la ganas como un concurso.
La ganas deseándola, pidiéndola,
recibiéndola y transmitiéndola.
La caridad no se aprende, se la va conociendo poco a poco,
al ir conociendo a Cristo.
Es la fe de Cristo la que nos hace capaces de caridad;
es la vida de Cristo la que nos revela la caridad;
es la vida de Cristo la que nos enseña cómo desear,
pedir y recibir la caridad.
Es el Espíritu de Cristo el que nos hace vivir de la candad,
actuar por caridad,
fecundos de caridad.
Todo puede servir a la caridad.
Sin ella todo es estéril, y en primer lugar nosotros mismos"
                                                                                                        Madeleine Delbrêl

17.8.11

ERES LA VERDAD

Rupnik
ERES LA VERDAD
Tú oh Dios, eres la verdad
que buscamos en nuestras vidas.
Buscamos la verdad, la alegría.
Buscamos la libertad.
Tú nos oyes, pero tú callas.
Tú callas ante nuestras palabras
y ante nuestras preguntas,
ante la muerte y ante la vida.
Ante nuestras luchas, tú callas,
y nos es difícil aceptar esto.
Pero tú nos has dicho una palabra.
Tú nos has dicho todo
en el Jesús del Evangelio.
Conocemos el Evangelio,
pero no sabemos vivir como vivió Jesús.
Él hacía siempre lo que tú querías.
Enséñanos a vivir como vivió Jesús

Cristina Kaufmann

15.8.11

Abandona tu nada: «Yo os aseguro que un rico difícilmente entrará en el Reino de los Cielos» Mt 19,23


Pensaba que era de vital importancia ser pobre y austero. Jamás había caído en la cuenta de que lo vitalmente importante era renunciar a su «ego»; que el «ego» engorda tanto con lo santo como con lo mundano, con la pobreza como con la riqueza, con la austeridad como con el lujo. No hay nada de lo que no se sirva el «ego» para hincharse.
De tu nada puedes hacer una auténtica posesión. Y llevar contigo tu renuncia como un trofeo.
                                        

No abandones tus posesiones. Abandona tu «ego».
Anthony de Mello (Abandona tu nada)


"El cielo abre hoy de par en par su seno para recibir a la que ha engendrado al Inmenso"


«Venid, ángeles, a la fiesta,
preparémonos para la danza
y para hacer resonar de cánticos la Iglesia,
con ocasión del ascenso del arca de Dios.
El cielo abre hoy de par en par su seno
para recibir a la que ha engendrado al Inmenso;
la tierra, al recibir la fuente de la vida,
se cubre de bendición v de belleza.
Los ángeles forman un coro con los apóstoles
y miran con reverencia a la madre
del Rey de la vida
que pasa de una vida a otra.
Postrémonos todos delante de ella y roguemos:
Reina, no olvides
a quien está unido a ti por parentesco
y festeja con fe tu santa dormición»
                                             Teófanes de Jerusalén, siglo IX

6.8.11

"La amenaza fantasma: El miedo" ;

"Los discípulos, viéndole caminar sobre el mar, se turbaron y decían: «Es un fantasma», y de miedo se pusieron a gritar" Mt 14,26

3.8.11

«Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que él debía ir a Jerusalén y sufrir mucho... y ser matado y resucitar al tercer día. » Mt 16, 21

Rupnik
UNA VITAL DIFERENCIA

Le preguntaron cierta vez a Uwais, el Sufí:
«¿Qué es lo que la Gracia te ha dado?». Y les respondió:
«Cuando me despierto por las mañanas, me siento como un hombre que no está seguro de vivir hasta la noche».
Le volvieron a preguntar:
«Pero esto ¿no lo saben todos los hombres?».
Y replicó Uwais:
«Sí, lo saben, Pero no todos lo sienten»
Anthony de Mello