9.7.12

«¡Animo!, hija, tu fe te ha salvado.»

RUPNIK


HERIDA

Hoy el dolor es real
en mi cuerpo y en mi espíritu.
Hoy mi herida quiere invadirme,
llenar mi corazón de cansada pesadumbre,
desgarrarme como una multitud a la estampida,
arrinconar todo mi cuerpo.

Este soy yo: un herido.
Acojo toda mi historia de lucha.
Amo a todas las personas que me hirieron
y me reposo con toda mi ambigüedad
que fue tejiendo sus trampas en mi profundo secreto.

Soy amado por ti, Dios de la vida.
Y quieres que viva en mí
todo lo que tú has sembrado.

Con este día que amanece
quiero girar mis ojos
hacia el sol que me levanta
despertando los colores
y rumor de pasos en todos los senderos.
Que la paz del alba
recorra como agua viva
los laberintos de mi secreto.

Ahora, no mañana, ahora te dejo amanecer y recrearme.
No importa el dolor que nos quede.
Quiero unirme a ti en la búsqueda de la vida,
arriesgarme contigo en la apuesta del camino,
permanecer junto a ti en la paciencia, sumergido.

Más allá de lo que logre descifrar mi secreto,
todo mi misterio está dentro del nido de tus manos,
como una paloma confiada y asustada al mismo tiempo,
a la hora precisa de ser lanzada al aire
para que cree el vuelo, juegue y viva.

Empieza a volar el día.
Aroma de café temprano,
llanto de niños,
saludos breves y estrenados.
Con toda la creación,
amanecen a mis primeros pasos.

Benjamín González Buelta