22.7.16


El poder de la Palabra en su presencia-ausencia

Quien comprende al que comprende, muere como el que compren-de. Y lo que muere es el alma del alma, el sentido de la individualidad.
La muerte viene por la lengua, por la palabra. Su Palabra es fuego que abrasa al individuo con su presencia y es consuelo en la desolación de su ausencia.
Su Palabra es una piedad inmisericorde. Son flechas que hieren de muerte al pájaro del alma.
Son una piedad, porque me liberan de mí, pero son una piedad inmisericorde porque me matan.
En mí, su presencia-ausencia es el alba que devora las tinieblas; en mí es el día que enciende la luz del sol. Él vuelve mi término al inicio de los inicios. Su faz levanta todas mis nieblas.
Le veo y me lamento por su ausencia.
Él es celoso, no quiere que nada ocupe mi mente y mi corazón fuera de Él. Él es todo, pero es “otro” de todo lo que doy por real.
Mi gozo y mi pena por su presencia ausente son una ofrenda a Él.
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Y si nos detuviéramos ¿Qué pasaría?
Pasa que cuando uno se detiene o se asienta, todo lo que estaba en movimiento se agolpa en el interior buscando continuar el movimiento...
El gran shock que padecemos en el aquietarnos es el del silencio. Cuando nos callamos, surgen de nosotros todas aquellas palabras, frases, imágenes, ideas, pensamientos, sentimientos por decir...
comunicar. La única vía de escape para soportar la inercia en la detención es la de comunicarse.

Primero, con uno mismo.
Relatarse a uno lo que se vive como hablando con alguien a quien deseamos... Tomar contacto de ese diálogo sincero con lo que nos sucede es casi la gran tarea a la que nos deberemos comprometer si deseamos una vida feliz.
Segundo, comunicarse (como sea) con otro, ... Aquí la creatividad tiene que ser fecunda. Cada palabra, gesto, dibujo, canción, silencio, mirada… será una curación. Sentirás el alivio de sentirte vivo sólo si comunicas lo que vives sea lo que sea que padeces, como sea que se pueda comunicar.
Detenerse y contemplar el verbo. ¿Qué estoy haciendo? Y permanecer allí. Sereno, sin hacer más que sentir lo que sientes. Alabando la inmovilidad ante lo incambiable. Dejando ser lo que es. Que es lo más real, y sólo la realidad cura. Solo la aceptación agradece.
Emmanuel Sicre Sj